La pandemia cambió el mundo, nos dimos cuenta que es peligroso concentrar la fabricación en un solo sitio y muy lejos de los lugares de consumo; todos los países vivieron crisis en sus cadenas de abastecimiento.
Por Marcello Vaccari (*)
La cadena logística o ducto logístico como me gusta llamarlo es un sistema complejo que se compone de un flujo físico y un flujo virtual. Además, los distintos ductos logísticos se vinculan entre sí, la cadena de un proveedor de insumos forma parte de la cadena del productor del bien siguiente y así sucesivamente hasta llegar al consumidor.
Este enfoque se suele analizar con el concepto de Supply Chain Management, es decir la visión e integración de los sucesivos ductos con el objeto de mejorar los Lead Time, su variabilidad y por ende reducir los inventarios.
Para operar el ducto, hay alguien que arranca el flujo virtual con la elaboración de un forecast y una planificación del abastecimiento que desemboca luego en el comienzo del flujo físico que incluye básicamente la provisión de insumos, la fabricación, el embalaje, el armado de lotes óptimos, los sucesivos transportes, el almacenaje, etc.
El mundo con su globalización, la necesidad de alimentar la máquina perpetua de la productividad y la obsesión por la reducción de costos, ha tendido a concentrar la producción en lugares donde la economía de escala y los costos bajos permiten una producción más eficiente y barata. Está claro el papel de China y otros países asiáticos en este roll; fabrican prácticamente todo lo que se necesita.
La pandemia cambió el mundo, nos dimos cuenta que es peligroso concentrar la fabricación en un solo sitio y muy lejos de los lugares de consumo; todos los países vivieron crisis en sus cadenas de abastecimiento por el Covid-19 que paralizó fábricas y puertos en Asia, por los problemas de espacio y falta de contenedores, por el cierre del canal de Suez cuando se quedó varado un barco y ahora por la invasión de Rusia a Ucrania.
Se ha demostrado que los Cisnes Negros existen (ni siquiera Harari pudo imaginar una epidemia o una guerra en Europa en el siglo XXI) y para ratificar sus consecuencias podemos citar dos ejemplos: el problema de la provisión de gas y la falta de chips para los automóviles; ambos ponen en jaque a múltiples economías alrededor del mundo.
A raíz de todos los inconvenientes sufridos, en especial el stock out y por ende el faltante en el momento justo y en el lugar preciso, estoy seguro que muchas empresas están planteando un cambio estratégico en la localización y cantidad de sus fuentes de abastecimiento y de fabricación de insumos y productos terminados.
Las cadenas logísticas tendrán más opciones para abastecerse y fabricar alrededor del mundo (incluso con costos mayores) funcionando al mismo tiempo, pudiendo implementar rápidamente distintas alternativas y planes que aseguren la operación bajo circunstancias cambiantes, porque la consecuencia de no tener productos es mucho peor que tenerlos un poco más caros.
La situación planteada genera una nueva oportunidad para Argentina porque nuestro país posee gas, petróleo, minerales, reservas de agua, una tierra maravillosa para producir -entre otros- granos, oleaginosas, carne, subproductos; en fin, toda clase de recursos y además RRHH para hacer funcionar lo que sea necesario. Con la capacidad que tenemos, porque no estamos en condiciones de abastecer al mundo con gas, con más carne, más granos, todo tipo de minerales, productos terminados, etc.; realmente me pregunto en que estamos perdiendo el tiempo y que barreras tenemos.
Algunas de las diversas barreras que nos impiden – por el momento- ser un lugar amigable y oportuno para las inversiones son: nuestra política, nuestras dificultades para ponernos de acuerdo en una visión de país que simplifique nuestra burocracia, normas laborales poco flexibles, muchos impuestos, seguridad jurídica inestable y muchos otros más; pero sobre todo tenemos una visión de corto plazo que muestra todo el tiempo que los temas que estamos discutiendo son los menos importantes.
Nuestro país es casi monotemático pensando en las elecciones del 2023, en los controles de la inflación o en el mundial de futbol; mientras otros países están pensando como seducir al capital y mejorar sus economías atrayendo inversiones.
Será una verdadera lástima, si nuevamente perdemos la oportunidad de ser un lugar atractivo para las inversiones. El momento es ahora que el mundo está cambiando más velozmente producto de las crisis mencionadas. Nuestra historia de los últimos 70 años, ha demostrado con sus resultados que hemos perdido cuanta oportunidad se nos ha presentado (son hechos objetivos) y no podemos darnos el lujo de seguir siendo espectadores de las ventajas que aprovechan otros países. Nos lo dijo en forma directa hace 80 años Ortega y Gasset “argentinos a las cosas“. Fuente: Transport & Cargo, (*) Managing director del Grupo Vaccari