Desde el 2008, el biólogo catalán Enric Sala recorre con National Geographic los mares de todo el planeta para encontrar, explorar y proteger estos espacios
Se encuentran en lugares inhóspitos. La mayor parte, en islas deshabitadas del océano Atlántico. Esta condición es, precisamente, la que ha permitido que estos espacios permanecieran vírgenes. “Hay una correlación negativa entre presencia humana y c onservación del ecosistema”, señala el biólogo marino Enric Sala (Girona, 1968), explorador residente de National Geographic. Sala ha sido galardonado esta semana con el Premio Sartun 2020, concedido en el marco de la segunda edición del Encuentro de los Mares, por su proyecto Mares Prístinos.
Con la ayuda del también español Manu San Félix, cámara en mano, Sala lleva desde el año 2008 recorriendo los mares del planeta en busca de los últimos lugares marinos verdaderamente vírgenes. “Hemos realizado 30 expediciones, gracias a las cuales se ha conseguido proteger 22 de las áreas estudiadas”, explica el biólogo gerundense. “En total suman 5,8 millones de km2, unas 12 veces el tamaño de España”, puntualiza.
Una de las últimas zonas exploradas en el proyecto Mares Prístinos ha sido la de los Fiordos de Patagonia, en el sur de Chile, entre febrero y marzo de este año. La Reserva Nacional Kawésqar alberga uno de los bosques de algas marinas más saludables de la Tierra y es el hogar de extensas áreas de algas gigantes y de colonias en aguas poco profundas de corales de aguas frías.
Más al norte se encuentra la península de Osa, en Costa Rica. La península está rodeada de aguas que contienen importantes áreas de concentración de mamíferos marinos, como ballenas jorobadas, rorcual de Bryde, delfines mular o nariz de botella y delfines pintados o manchados (también conocido como delfín moteado del Atlántico). Varias playas alrededor de la península sirven como lugares de anidación para la tortuga verde marina, la tortuga olivácea o golfina, la tortuga carey y las vulnerables tortuga laúd (conocidas por tinglar o baula también).
La isla Rapa y los islotes Marotiri, en la Polinesia Francesa, acogen una gran cantidad de especies endémicas. Una de ellas, la Rapa sweepe, fue fotografiada por primera vez durante la expedición de Mares Prístinos, realizada en el 2014. Destaca la coexistencia de paisajes marinos muy diferentes entre sí, con jardines de coral llenos de erizos de mar y bosques de algas Sargassum sin ningún erizo.
“Son espacios que se ha conseguido proteger a tiempo”, advierte Enric Sala, “pero falta mucho por hacer”. En la actualidad, menos del 3% de la superficie de los océanos está protegido. Sin embargo, la comunidad científica exige que para el año 2030 se preserve al menos el 30% de su extensión. La buena noticia es que, “si se protege, la vida marina tiene la capacidad de recuperarse muy rápidamente”, afirma Sala. Fuente: La Vanguardia.