Delia Flores, empresaria especializada en servicios aduaneros, logística y transporte internacional de cargas resaltó que aun hoy llama la atención ver a una mujer liderando este tipo de actividad.

Por Agustin Barletti

Presidenta del Grupo Empresarial de Mujeres Argentinas (GEMA), Delia Flores representó al país en el Women In Business del G20 de Arabia Saudita. En dialogo con Transport & Cargo, reflejó las enseñanzas y experiencias al transitar su carrera profesional en una actividad mayormente realizada por hombres

¿Cómo decidiste entrar en esta industria que está mayormente manejada por hombres?

Soy nacida en Paso de los Libres, una ciudad fronteriza por donde circulan cientos de camiones internacionales que van y vienen entre Brasil, Argentina, y Chile. Yo trabajé un tiempo corto en una empresa de transporte internacional, mi tarea era pagar a los choferes, entregar el dinero para sus viajes, y otras tareas administrativas. Allí empecé a vincularme con el sector. En la empresa había un despachante de Aduana, me fui enterando y familiarizando con esa función, y eso me gusto.

En aquellos momentos mis deseos de ir a la universidad a estudiar para Contadora Publica se vieron truncados por la situación que se vivía en el país y lo mejor era buscar una carrera corta, un estudio terciario. Allí Surgió la oportunidad de cursar en Buenos Aires la carrera de Despachante de Aduana. No tuve el pensamiento limitante de que fuera una industria de hombres, me lancé a estudiar con convicción y entusiasmo para regresar a mi ciudad y poder abrir cuanto antes mi primera oficina.

¿Fueron difíciles los comienzos? ¿Qué barreras tuviste que derribar?

Los comienzos fueron muy difíciles. Me costaba conseguir clientes. En un ámbito de grandes profesionales de trayectoria y prestigio, ¿Quién iba a confiarme sus operaciones? Era difícil ser creíble, yo era muy joven…y mujer.

Tuve que derribar las barreras culturales y sociales. Tener objetivos claros y la ambición de crecer no estaba bien vista, y menos en una ciudad pequeña «del interior del interior».

Yo creo que mi acento correntino también atentaba contra eso. Había que aprender los códigos y la cultura de la gran ciudad. Recuerdo que viajaba permanentemente a Buenos Aires a buscar clientes. En aquellas épocas de los inicios se exportaban muchas manzanas y aceitunas. Me propuse buscar clientes de manzanas, recuerdo que armé una lista de empresas a visitar, me tomé el micro, mi portafolios (no había nada femenino para las mujeres empresarias) y me vine a golpear puertas… ¡Gran error y experiencia! Allí me di cuenta que había que solicitar la entrevista previamente. Recuerdo que entré a una empresa, la secretaria recepcionista me miro de arriba a abajo y me dijo que el señor al que iba a ver estaba ocupado, y dejó en claro que no había pedido la reunión. Hoy recuerdo eso con ternura y me pregunto cómo se me vería en aquellas épocas.

También había más machismo, y creo que a muchos no les gustaba la autonomía de la mujer. Una vez, también muy joven, decidí ir a Mendoza a buscar clientes apuntando a los exportadores de aceitunas y frutas secas. Eso me propuse y lo logré, visité a un exportador de aceitunas que justamente estaba buscando un Despachante y me dio el trabajo inmediatamente. Volví contenta y feliz con un cliente nuevo y varios contactos.

¿Se notan avances este último tiempo respecto a una mayor presencia y reconocimiento de la mujer en la actividad?

Totalmente, hay muchas mujeres en el sector del comercio exterior y de la aduana, no tantas aun en el transporte terrestre por camiones y eso hace que a algunas personas les llame la atención ver a una mujer liderando este tipo de empresa o actividad. Aunque aún seguimos siendo la excepción, la mujer tiene una gran habilidad para el comercio y los servicios. Lo cierto es que hacer negocio con mujeres es un buen negocio.

¿Qué temas faltan aún resolver para consolidar la presencia de la mujer en esta industria?

Debemos resolver la perspectiva de género en todos los ámbitos, no solo en esta industria. Los estereotipos y la cultura impuesta en la sociedad hacen que se perciba que la mujer en determinados sectores no sea tan buena como el hombre. Hay muchos sesgos machistas aun, lo percibo en mi empresa y actividad: cuando ven a una mujer al frente nos quieren «asustar», o creen que no conocemos algún tema y se quieren «avivar». Cuando se piensa en referentes de determinados sectores se buscan hombres, y yo digo que busquen mujeres porque las hay. Todos somos responsables para que esta presencia y este cambio se produzca, es un compromiso de la sociedad toda. Eso lleva tiempo, es posible que se necesite otro recambio generacional. Cambiar nuestro chip, incluyendo el que tenemos las propias mujeres. Nosotras también debemos cambiar esas percepciones y mandatos culturales.

Los bancos, las instituciones financieras y de crédito, los inversores, todos deben abordar la perspectiva de género, confiar en los proyectos y en las empresas de mujeres.

Los beneficios económicos serán enormes. Sumaremos a la economía la otra mitad, generando riqueza y empleo, y el PBI crecerá.

Fuente: Transport & Cargo, El Cronista