El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourão, advirtió que la sequía también podría provocar un racionamiento energético en Brasil, contradiciendo al Ministro de Energía que había descartado esa posibilidad.
El Ministerio de Minas y Energía de Brasil recomendó que algunas plantas en el río Paraná reduzcan su caudal, para ahorrar agua y poder atender la demanda energética en los próximos meses, y es que la falta de lluvias ha vaciado los embalses hidroeléctricos. Además, anunció que volverán a subir los precios de la energía, y que los consumidores afectados pagarán en promedio un 6,78% más por la electricidad a partir del 1 de septiembre.
El panorama meteorológico sigue siendo sombrío para Brasil. Es probable que las precipitaciones en las regiones productoras de energía se mantengan muy por debajo del promedio en septiembre, dijo la semana pasada el operador de red nacional ONS.
El río Paraná, es compartido por Argentina, Paraguay y Brasil, y su caudal es hoy históricamente el más bajo de los últimos 70 años, con graves consecuencias para el medio ambiente y la economía de la región.
El río de 4.880 km nace en el sureste de Brasil, atraviesa Paraguay y desemboca en el Río de la Plata en Argentina, es clave para la industria, la logística, la pesca y además, es fuente de agua dulce para 40 millones de personas. Constituye una de las vías fluviales más importantes para el transporte de granos, y su situación está obligando a muchos exportadores a considerar el uso de rutas terrestres.
Actualmente, como consecuencia de la sequía, el caudal del Paraná se ha reducido de un promedio de 17.000 metros cúbicos por segundo a solo 6.200. Los bajos niveles de agua están causando problemas para la producción de energía, ya que la central hidroeléctrica que cruza el río Paraná entre Argentina y Paraguay —Yacyretá— funciona solo al 50%.
Según expertos, las causas de esta sequía en los últimos años están vinculadas a la deforestación descontrolada, el cambio climático, y los ciclos naturales. Los expertos pronostican que la sequía podría prolongarse hasta 2022. (Reporte de Gabriel Stargardter en Río de Janeiro y Lisandra Paraguassu en Brasilia; editado en español por Carlos Serrano)