La Misión SABIA-Mar se enfoca en el estudio de los mares a nivel global, especialmente en las regiones costeras de la Argentina y Sudamérica, hasta los 650 km mar adentro, además de incluir a las aguas interiores.
“A través de los satélites podemos monitorear zonas remotas del planeta, en particular los océanos que muchas veces son inaccesibles por sus climas extremos o por su lejanía, con una cobertura exhaustiva y periódica, que se complementa a la información que se obtiene a campo usando boyas y embarcaciones”, explicó Carolina Tauro, investigadora principal de la Misión SABIA-Mar (Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar), que está desarrollando la CONAE junto a otras instituciones y empresas científico tecnológicas, para el estudio del mar y las costas de la Argentina y América del Sur.
“Este satélite es útil para el monitoreo de regiones remotas del planeta. Va a llevar a bordo un el Sistema de Colección de Datos DCS, que ya se había implementado en la Misión SAC-D/Aquarius, y que permite recolectar datos generados por plataformas distribuidas en la Tierra. Mediante este sistema, el satélite se puede conectar con estaciones instaladas en tierra o en el mar, que toman datos de distinto tipo, por ejemplo meteorológicos, y no tienen forma de trasmitirlos. Cuando el satélite pasa sobre estas estaciones, recolecta esa información que luego se baja en las estaciones terrenas de la CONAE” afirmó Tauro, investigadora principal de la Misión SABIA-Mar.
“Con satélites podemos estudiar fenómenos meteorológicos, como el viento y las tormentas, la altura de olas, el contenido de humedad de la atmósfera, la temperatura y la salinidad superficial del mar, entre otros aspectos. Los satélites también pueden ayudarnos con el cuidado del medioambiente, a partir del monitoreo de microplásticos y de derrames de petróleo en los océanos, por ejemplo, entre otras aplicaciones con muchos beneficios”, detalló investigadora principal de la Misión SABIA-Mar.
SABIA-Mar es el segundo proyecto espacial orientado al estudio del mar que realiza la CONAE . El primero fue el satélite SAC-D/Aquarius, puesto en órbita en 2011, en el marco de un programa de cooperación entre la agencia espacial argentina y la NASA. A partir de esta misión se lograron crear mapas de la salinidad superficial del mar a nivel global, lo cual constituyó información sin precedentes para el estudio del cambio climático del planeta.
También permitió mejorar los pronósticos climáticos regionales, generar información de relevancia para el seguimiento de la dinámica de glaciares en la Antártida, seguir la evolución de huracanes en el Océano Atlántico y el derretimiento extremo de hielo superficial ocurrido en Groenlandia en 2012. “Fue una misión espacial pionera en el estudio de la salinidad del océano”, afirmó Carolina Tauro.
SABIA-Mar, su principal objetivo es proveer información y productos para el estudio de la productividad primaria del mar, los ecosistemas marinos, el ciclo del carbono, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de recursos pesqueros y la calidad del agua en costas y estuarios. Actualmente esta misión espacial argentina se encuentra en fase de construcción, con la participación de instituciones públicas y empresas del sistema científico y técnico nacional, como INVAP, principal contratista, VENG, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), la Universidad de La Plata (UNLP) y Ascentio, entre otros. Próximamente se espera realizar una Revisión Crítica de Diseño (CDR, por sus siglas en inglés), para continuar avanzando en las etapas previas a la puesta a punto, antes de su lanzamiento, previsto para 2024.
“Con esta misión apuntamos a monitorear la productividad mediante el estudio del color del mar, como la concentración de la Clorofila-a, el pigmento verde más abundante en las algas. Esta variable se relaciona con el contenido del fitoplancton, el primer eslabón de la cadena alimentaria del mar, y nos ayuda a comprender los ecosistemas marinos y la distribución de los peces”, explicó Tauro. Las variables del color del mar también incluyen la turbidez, la capacidad de penetración de la luz en la primera capa del agua y la cantidad de radiación disponible para hacer fotosíntesis.
“Además, SABIA-Mar aportará información muy valiosa para la gestión de los recursos pesqueros. Por ejemplo, mediante la detección de buques poteros que operan en el Mar Argentino usando una cámara de alta sensibilidad capaz de observar luces nocturnas”, agregó Carolina Tauro