Desde el Rosgan analizaron los números de las ventas de carne al exterior durante este año, que arrojaron un saldo favorable, en términos generales. Sin embargo, de plantean varios interrogantes para el arranque del año próximo.
A pesar de las adversidades que ha presentado el mercado exportador durante este año, el 2022 cerrará un ciclo con muy buen nivel de ventas. De acuerdo a los datos publicados por el INDEC, durante el mes de noviembre, las exportaciones de carne vacuna totalizaron 74.921 toneladas, expresadas en su equivalente de res con hueso, unas 1.500 toneladas menos que las registradas en octubre, pero 11.500 toneladas más, en relación a lo exportado en igual mes, un año atrás.
En los primeros once meses del año, las exportaciones de carne vacuna suman 828 mil toneladas, un 12% más que lo registrado en igual período de 2021. De sostenerse este ritmo de embarques, se estima arribar a fin de diciembre con un volumen cercano a las 900 mil toneladas equivalentes, similar al conseguido en el año 2020, previo a la imposición de las restricciones.
En ingreso de divisas, lo exportado en lo que va del año representa cerca de 3.250 millones de dólares, un 28,5% más que lo ingresado en 2021. Sin embargo, a pesar del balance positivo que deja el año, existe gran preocupación por la tendencia a la baja que se ha estado marcado en los últimos meses y que podría perdurar durante buena parte del próximo ciclo.
Si bien el 2022 había comenzado con vientos a favor, con el correr de los meses el escenario fue tornándose cada vez más complejo, signado por un contexto de profunda debilidad de la demanda y creciente incertidumbre comercial.
Durante los primeros ocho meses del año, los precios de exportación para la carne vacuna resultaron superiores a los registrados en 2021, año en que los valores ya registraban marcas récord. En abril, el precio promedio de la tonelada exportada marcaba un nuevo récord de USD 6.300, un 55% superior al registrado un año atrás.
A partir del segundo trimestre, el escenario comenzó a tornarse complejo para la exportación, especialmente por la debilidad que comenzaba a acusar la demanda europea y a la que posteriormente se sumara China, aun inmersa en la lucha por controlar el Covid con medidas extremadamente estrictas que ocasionaron una fuerte desaceleración de su economía.
Actualmente, de acuerdo a los datos de exportación de noviembre, el precio promedio de la tonelada exportada se ubica en torno a los USD 4.200, unos UDS 2.100 menos respecto de aquel máximo alcanzado en abril y casi un tercio menos de lo conseguido un año atrás. Gran parte de esta baja, responde a China, por lejos nuestro principal comprador en términos de volumen.
A partir de agosto el mercado chino ya comenzaba a mostrar las primeras señales de alerta ante un potencial derrumbe de valores. Sin embargo, en los últimos dos meses esa caída se exacerbó perdiendo más de un 23% desde el mes de septiembre.
Estacionalmente, hasta iniciado el mes de febrero la demanda china prácticamente no suele ofrecer nuevas señales en materia de precios por lo que, de no mediar nuevas disrupciones, los valores deberían mantenerse estables en los próximos meses. La incertidumbre se centra precisamente en el nuevo nivel de precios que estén dispuestos a convalidar los importadores chinos con el inicio de la nueva temporada comercial.
Por el lado de la oferta, el cambio de patrón climático que se espera a partir del otoño, muy probablemente impulse una retención transitoria de haciendo restringiendo la disponibilidad de oferta. Si bien a nivel productor este escenario resultaría sumamente auspicioso permitiendo la tan ansiada recomposición de valores, para la exportación significaría un nuevo factor de presión ante una demanda que aún permanece colmada de indefiniciones.
Fuente: El Litoral