La 28ª Conferencia de las Partes (COP28) de la ONU, celebrada en Dubái, ha sido testigo de un momento histórico en la lucha global contra el cambio climático. Tras intensas negociaciones, los casi 200 países participantes han acordado abandonar progresivamente los combustibles fósiles en favor de un futuro energético basado en fuentes renovables y limpias.

El acuerdo, descrito como «histórico» por organizadores y líderes internacionales, tiene como objetivo acelerar la acción climática en esta década crítica para lograr un balance de cero emisiones netas para 2050.

Avances Significativos

La COP28 ha marcado un hito en el diálogo climático global. Por primera vez en tres décadas, las naciones han reconocido explícitamente la necesidad de alejarse de los combustibles fósiles, los principales responsables de las emisiones de efecto invernadero. Esta decisión ha sido celebrada por países como Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido.

En un giro positivo, se anunció la meta de triplicar la producción de energías renovables para 2030, y algunos países desarrollados se comprometieron a aportar 700 millones de dólares para un fondo destinado a mitigar los efectos del cambio climático en los países más afectados.

Críticas y Dudas

A pesar del optimismo, el acuerdo ha generado escepticismo y críticas. Algunos estados pequeños y vulnerables, junto con líderes en los ámbitos científico y ambientalista, han cuestionado la efectividad del acuerdo debido a la falta de plazos específicos y compromisos firmes para la eliminación de los combustibles fósiles. 

Representantes de naciones insulares, como Samoa, han señalado que el acuerdo contiene «una letanía de lagunas jurídicas» y no satisface la urgencia requerida para un cambio significativo en la política climática.

El hecho de que la cumbre se haya llevado a cabo en los Emiratos Árabes Unidos, un país cuya economía depende en gran medida de la industria del petróleo y el gas, ha añadido un elemento sorprendente y, para algunos, contradictorio. Además, se teme que la influencia de grandes productores de petróleo como Arabia Saudita o Irak haya diluido los compromisos.

Perspectivas de la Comunidad Científica y Ambientalista

La comunidad científica y ambientalista ha reaccionado de manera variada. Mientras algunos, como Richard Allan de la Universidad de Reading, consideran el acuerdo un «pequeño paso esencial», otros, como Chole Brimicombe del Centro Wegener, critican que no esté alineado con la ciencia climática. 

Jennifer Morgan, exmiembro de Greenpeace, ve en el texto un avance hacia un «mundo justo y sostenible», en contraste con la postura del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que lamenta la falta de un consenso sobre la eliminación total de los combustibles fósiles.

En resumen, la COP28 ha dejado un panorama mixto: un avance significativo en la retórica internacional sobre el cambio climático, pero aún lejos de las acciones concretas y urgentes que reclaman muchos científicos y activistas para limitar el calentamiento global a 1,5 °C y evitar los peores impactos de la crisis climática.

La comunidad internacional celebra el reconocimiento explícito de la necesidad de alejarse de los combustibles fósiles, pero persisten dudas significativas sobre la implementación y eficacia de los compromisos asumidos. La cumbre refleja un equilibrio delicado entre la esperanza de un futuro más sostenible y la realidad de las negociaciones políticas y económicas en el escenario global.