Los vuelos necesitan programarse de un momento a otro, con tiempos de espera variable en destino y una serie de complejidades propias del transporte de las vacunas, puntos que transforman en una ventaja contar con una aerolínea de bandera.
Por AGUSTIN BARLETTI //
En estos tiempos de pandemia y transporte de vacunas, para la Argentina resultó una ventaja contar con una aerolínea de bandera y tener a disposición aviones de pasajeros adaptados como cargueros que puedan despegar en cualquier momento y esperar en destino todo el tiempo que sea necesario hasta embarcar la carga.
Mientras en el país se desató un debate sobre los costos de los vuelos comparados con los de un charter, los especialistas coinciden en que el transporte de vacunas, por sus características, jamás pudo haberse realizado charteando aviones cargueros puros.
De conseguir este tipo de aeronaves, hoy escasas en el mercado por su alta demanda, los vuelos deben programarse con por lo menos una semana de anticipación, con lo que se imposibilita la inmediatez de partida tan importante en este tipo de operaciones. Pero lo que es peor, un carguero no espera en destino más de unas pocas horas si la carga no está preparada para el momento programado para el despegue, y esas horas de espera se cobran habitualmente a un costo por hora equivalente a la mitad de una hora de vuelo. Pasado ese tiempo tolerable, el avión contratado despega sin la carga para cumplir con los otros compromisos asumidos, y quien chartea debe hacerse cargo de todos los gastos como si el vuelo se hubiese realizado en su totalidad.
“El esfuerzo logístico que realizamos para sacar los vuelos de forma casi inmediata es difícil de equiparar y nos ha permitido ganar muchísima experiencia en el transporte de carga aérea. Cada arribo es un paso más hacia adelante y estamos orgullosos de ser parte de la solución”, dijo a Transport & Cargo Pablo Ceriani, presidente de Aerolíneas Argentinas.
Aerolíneas ya trajo al país casi ocho millones de dosis. Lo hizo en dos vuelos provenientes de China (se espera estos días el arribo de dos vuelos más) cargando contenedores Envirotainer (activos) a temperaturas de entre de 2 °C y 8 °C, y 12 vuelos desde Rusia con cajas térmicas (pasivas) a -20 °C. En cuatro ocasiones los aviones debieron esperar en destino más de 20 horas la llegada de vacunas para cargarlas, o sea que, de haber charteado cargueros, todas esas vacunas nunca hubiesen llegado al país.
“La tardanza en destino se produce porque el laboratorio a veces se demora entre la producción y la logística local, con tanta demanda no hay un cronograma a largo plazo concreto. Cuando está en proceso de terminación se hacen los preparativos, pero siempre existe una diferencia de horas. Luego el laboratorio prepara la carga y la traslada al depósito del forwarder donde se arman las cajas térmicas para el transporte aéreo, ese trabajo demanda entre 10 y 12 horas dependiendo siempre de la cantidad total de cajas que deban armarse. Después las cajas se trasladan al aeropuerto, se documentan, cumplen los requisitos aduaneros de origen, y se realiza la operación de armado de los pallets del avión en el depósito fiscal del aeropuerto, luego se los traslada y sube al avión según el peso y compartimento de la aeronave que corresponda por el plan de vuelo. Los pallets suben a su posición determinada en bodega, y las cajas se colocan en las posiciones predeterminadas de cabina para su posterior sujeción previa al despegue por medio de redes como las de bodega”, resaltaron desde la gerencia de cargas de Aerolíneas Argentinas.
La vacuna no es una unidad de medida, como un kilo o un litro. Diez dosis de una variedad de vacuna pueden venir en un solo envase, pero otras vacunas pueden contener solo tres dosis por envase, o una sola.
El volumen final de las cajas que se suben al avión está directamente relacionado con la cantidad de envases, y de ello se desprende el número de dosis que puedan transportarse en cada vuelo. Se vieron varios ejemplos hasta ahora, con viales de 10 dosis, tres dosis, etc.
No solo hay más volumen de cajas debido al tipo de presentación de los viales, también es diferente la caja térmica pasiva o contenedor activo que las traslada. No es la misma cantidad de elementos refrigerantes dentro de las cajas térmicas pasivas cuando la temperatura necesaria es entre 2 °C y 8 °C que cuando se requiere conservar a -20 °C, ni tampoco da lo mismo si debe trasladarse por un período de tiempo corto que si fuera uno más largo. Tanto en el caso de Moscú como de Pekín (con una escala técnica para abastecer combustible), se vuela de forma directa a Buenos Aires, con el tiempo mínimo de transporte posible.
Cuando no se necesita ocupar un avión porque la cantidad de cajas a transportar es menor, y además la ciudad de donde proceden las vacunas cuenta con servicios regulares disponibles, no se requieren vuelos especiales. Tal el caso de los dos vuelos regulares de KLM provenientes de Ámsterdam que llegaron con vacunas del Fondo Covax.
Otra restricción adicional se presenta con la utilización de hielo seco, porque debido a la toxicidad que puede generar en el aire de la cabina, hay límites preestablecidos para utilizar en un vuelo.
“En algunos de los embarques de Moscú, la vacuna Sputnik se transportó con poco hielo seco, pero en la mayoría no fue requerido. La cantidad máxima permitida está definida por el fabricante del avión, que mediante el análisis de recambio de aire en cabina por hora determina cuanto hielo seco puede transportarse. Por eso el hielo seco es considerado mercancía peligrosa en aviación”, apuntaron desde el área de carga de la compañía.
Fuente: Transport & Cargo, El Cronista