Con el aumento de sanciones, se intenta proteger a uno de los caladeros más importantes del mundo. El 70% de los buques que se encuentran en el límite de las 200 millas náuticas son chinos.
Por Agustín Barletti
Son pocos los lugares del planeta que se pueden distinguir desde el espacio. Uno de ellos es Las Vegas. La famosa “ciudad del pecado” se muestra como una luminosa marca en medio del oscuro desierto de Nevada, Estados Unidos.
Otro de los sitios visibles se encuentra en el límite del Mar Argentino, en una región donde no hay asentamientos ni plataformas petroleras. Esta “ciudad de las luces” está formada por buques extranjeros, sobre todo chinos, que depredan el calamar, que es el recurso pesquero más preciado que tienen las aguas del Atlántico Sur.
En esta zona próspera, uno de los caladeros más importantes del mundo, el 70% de los buques que se encuentran en el límite de las 200 millas náuticas son chinos.
La presencia china en estas lejanas aguas del océano Atlántico no es casual. Décadas de una pesca excesiva en sus mares empujaron a su flota pesquera cada vez más lejos. Los gobiernos latinoamericanos temen que la presencia china impulse la pesca ilegal de variedades en peligro y amenace incluso especies abundantes como el calamar gigante.
Impulsado principalmente por subsidios gubernamentales, su crecimiento y actividades no son controladas, en parte porque la propia China históricamente tuvo pocas reglas que rijan las operaciones de pesca.
La flota pesquera de China es más que una simple preocupación comercial; actúa como una proyección de su poder geopolítico en los océanos del mundo.
En las más de dos décadas desde que se implementó el patrullaje del Mar Argentino, la Prefectura Naval capturó 80 embarcaciones que se encontraban infringiendo la zona de exclusión. Uno de sus máximos logros fue la de conseguir, en 2016, que Interpol detenga en un puerto indonesio al pesquero chino “Hua Li 8” que había atravesado la línea de las 200 millas.
En 2021, cerca de 350 barcos de bandera china pescaron frente a las costas argentinas, extendiendo su permanencia mediante trasbordos no regulados, una controvertida práctica en la que se transfiere la pesca a una nave nodriza que les permite a los barcos dar apariencia legal al pescado captado.
Un informe elaborado por la ONG conservacionista Oceana, señala que, entre enero de 2018 y abril de 2021, datos satelitales muestran que 400 barcos de bandera china -en su mayoría poteros que usan lámparas de luz intensa para atraer a los calamares a la superficie durante la noche- saquearon las aguas justo frente a territorio argentino durante más de 621.000 horas.
En más de 4.000 eventos, estas embarcaciones desaparecieron de los sistemas de vigilancia pública por más de 24 horas.
Este periodo de tres años incluye el mes de abril de 2020, cuando unos 100 barcos poteros, en su mayor parte de bandera china, fueron sorprendidos pescando ilegalmente en aguas argentinas, aparentemente con sus dispositivos de rastreo público apagados, como lo informó Pesca Con Ciencia.
Otro estudio interesante, de InSight Crime, destaca que la flota china representa una amenaza seria y permanente para la soberanía, la economía y la biodiversidad argentinas. Incluso un experto de esta entidad definió al conflicto de “guerra literal” por los miles de millones de dólares en exportaciones de pescado y por la supervivencia de ciertos hábitats marinos.
Muchas veces, esta pesca ilegal, no declarada y no reglamentada va de la mano con otros delitos, como el trabajo forzado y el tráfico de drogas.
“Frente a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, en la milla 201, donde las aguas son internacionales y libres, se posiciona una flota extranjera con preponderancia de buques chinos dedicada en general a la pesca del calamar. También se observan flotas europeas, generalmente de España y Portugal en busca de merluza”, dijo a Transport & CargoCarlos Liberman, subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación.
En 2020 el Congreso sancionó un proyecto de ley que endureció el esquema de penalidades. Con anterioridad, la multa máxima establecida era de AR$ 10 millones a los buques que pescaban ilegalmente en nuestro mar territorial; el actual establece tres tipos de sanciones: multa de tres millones de litros de combustible, o de seis millones si el buque es reincidente. En segundo lugar, más allá de la multa, el buque que ingrese ilegalmente en la ZEE deberá pagar además el conjunto de todos los gastos en los que incurre el Estado para proceder a la captura y este no es un monto menor porque son millones de pesos los que se gastan en mover buques y aviones. En tercer lugar, se decomisa toda la captura que está en la bodega del buque.
Liberman informó que se añadió un cuarto buque patrullero oceánico. En estos dos años se han incorporado cuatro buques de última generacióncon gran capacidad de despliegue en el mar, los que son unas cuatro veces más rápidos que los buques pesqueros. A estos se suman dos aviones de la Prefectura Naval Argentina (PNA) que se adquirieron en 2014, y se toman 25 imágenes satelitales diarias con posición y ubicación. Toda esta información converge en las oficinas de PNA y la Armada, que todos los días informan a la sociedad a través de sus páginas web oficiales.
“Un buque potero para pescar necesita prender las luces, porque el calamar se resguarda en el cono de sombra y ahí lo pueden capturar. Tiene que estar a velocidad cero. Cuando un buque de noche prende las luces, es captado clarísimamente por las imágenes satelitales. En 2020 cuando todavía estaba vigente la ley vieja capturamos tres buques extranjeros y esto representó la mayor captura en un solo año. Esto ocurrió en la milla 199 y causó gran impacto. Como acto seguido a través de la Cancillería, notificamos el cambio de la ley y afortunadamente no hemos tenido nuevos incidentes de esta naturaleza”, resaltó el subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación
Fuente: Transport & Cargo