En un reciente comunicado, la Prefectura Naval Argentina estableció un calado máximo de navegación de 8,88 metros, como una medida crítica ante la situación hidrológica del Río Paraná. Hay al menos cinco embarcaciones con un calado de 10 metros que se encuentran detenidas, incapaces de navegar debido a la pronunciada bajante del río.
Esta situación que impacta directamente en la operatividad portuaria, se había enfrentado en el 2019, cuando se registraron niveles de bajante significativos en el río. Sin embargo, la recurrencia de dificultades climáticas año tras año pone en jaque al sector agroexportador, una de las principales arterias económicas de la zona.
El año anterior, una sequía sin precedentes redujo la capacidad productiva de las plantas agroindustriales en más del 75%, mientras que en años anteriores, la bajante del Río Paraná ya había obligado a operar por debajo de la capacidad máxima, afectando la logística y economía de la exportación.
La actual bajante del río, que disminuye más de 20 centímetros diarios, ha obligado a las embarcaciones cargadas a permanecer en espera de indicaciones para poder zarpar.
En casos extremos, se contempla la posibilidad de realizar costosas maniobras de alije, donde un barco con calado de carga de 10 metros debería descargar aproximadamente 8.500 toneladas para ajustarse al calado permitido. Esta situación repercute severamente en la economía regional, afectando a numerosas actividades vinculadas a la exportación, cuyos ingresos dependen del volumen de carga embarcada.
Ante este escenario, la necesidad de revisar y adaptar las prácticas logísticas se hace evidente, buscando soluciones sostenibles que permitan afrontar las recurrentes crisis climáticas sin comprometer la estabilidad económica y social de la región. La situación del Río Paraná es un llamado urgente a la acción coordinada entre autoridades, sector privado y trabajadores, para mitigar los impactos de estos fenómenos naturales y asegurar un futuro más resiliente para todos los involucrados.