Redacción GlobalPorts//

La nueva temporada de pesca del langostino en aguas nacionales ha comenzado con una postal inusual: gran parte de la flota congeladora permanece amarrada en los puertos. Esta nueva temporada inicia con la primera fase de prospección, una etapa clave para evaluar la situación del recurso y determinar si se puede habilitar la pesca en determinadas zonas.

Sin embargo, la actividad no ha iniciado con normalidad, ya que la mayoría de los buques congeladores han decidido no salir al mar, dejando el grueso de la tarea en manos de los fresqueros.

La prospección tiene como objetivo determinar el estado del langostino en la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza (ZVPJM), evaluar la disponibilidad del recurso, definir el mejor perfil de pesca para la zafra y establecer las medidas de manejo más adecuadas para su explotación sostenible.

En este contexto, la pesca «experimental» comenzó con la participación de alrededor de 50 barcos fresqueros, cuyas capacidades oscilan entre 2.000 y 5.000 cajones, mientras que las empresas congeladoras optaron por mantener sus buques en puerto debido a los altos costos operativos y la falta de demanda en los mercados internacionales.

Un modelo de negocio en riesgo

Desde las cámaras empresarias señalan que la estructura de costos se ha vuelto insostenible. “El costo de la tripulación en Argentina representa el 60% del costo total de producción de un barco por marea, mientras que en otros países es de aproximadamente el 33%. A esto se suma el aumento de los Derechos Únicos de Extracción (DUE) y las retenciones a la exportación, que deterioran aún más la competitividad de la industria”, explican fuentes del sector.

Las compañías han decidido no salir a pescar en la primera etapa de la zafra, temiendo operar a pérdida. No podemos llenar las cámaras de los barcos sin tener certeza de a quién venderle el producto”, sostienen desde el sector. La caída en la demanda de mercados clave como China y la Unión Europea ha sido determinante en esta decisión.

El problema no se limita a los empresarios. La falta de actividad afecta a tripulantes, trabajadores de plantas procesadoras, estibadores y transportistas, generando una cadena de perjuicios que alcanza a miles de familias. En el caso de los puertos santacruceños, los barcos que participaron de la prospección han operado bajo estrictas medidas: en caso de ingreso a puerto, ningún tripulante puede tocar el muelle, por disposición de los armadores.

El intendente de Puerto Deseado, Gustavo González, expresó su preocupación en medios locales. “Si la actividad no se reactiva, el impacto en el empleo será muy fuerte. Hay 3.500 trabajadores que dependen directamente de la pesca del langostino”, advirtió.

Un llamado al diálogo y a medidas urgentes

La industria pesquera reclama una respuesta concreta del Gobierno para evitar una crisis de mayor magnitud. La actualización del marco laboral y una reducción de la presión impositiva aparecen como los principales puntos de conflicto. Si bien hay canales abiertos de comunicación con la Subsecretaría de Pesca, los empresarios insisten en que las medidas deben tomarse con urgencia para evitar el colapso de la actividad.

Mientras tanto, el sector observa con inquietud la evolución de la temporada. Si no hay mejoras en los mercados o en las condiciones operativas, los empresarios advierten que la campaña de este año podría perderse en gran parte, lo que significaría una reducción importante en las exportaciones y en el ingreso de divisas al país.

La pesca del langostino ha sido históricamente una de las principales fuentes de ingresos de la industria pesquera argentina, con exportaciones que superan los US$600 millones anuales. Sin embargo, sin un marco que garantice la viabilidad del negocio, el futuro del sector se encuentra en riesgo.

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Febrero 2025
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