Los organismos públicos deberían comenzar a tomar nota de que los representantes de las cargas y otros intereses afines son meros usuarios de buques.
Por Juan José Paberolis (*)
No hace falta incurrir en complejas elucidaciones filosófica para llegar a la conclusión que una vía navegable es utilizada por los buques que la navegan, del mismo modo que una ruta aérea es utilizada por las aeronaves que las surcan y una autopista por los vehículos que la transitan.
Más aún, a pesar de la claridad conceptual del párrafo anterior y eventualmente suponiendo que el mismo no fuese un argumento de suficiente robustez, el usuario de cualquier servicio es, ostensiblemente, aquel que paga por el mismo.
En el caso de los tramos que pagan peaje en nuestras vías navegables, el peaje, es facturado y abonado por los agentes marítimos en representación de los armadores de buques. Es decir, los verdaderos usuarios de la vía navegable son los armadores y/o los armadores disponentes de buques. Este es un hecho indiscutible.
Si bien todo esto parece más que obvio, quizás no lo es tanto para algunos organismos públicos que acogen con “derechos de usuario” a ciertos actores que meramente podrían considerarse como “usuarios de buques” pero solamente de manera indirecta como usuarios de vías navegables.
Es decir, los representantes de las cargas y/o otros intereses afines son meros usuarios de buques y, exclusivamente, los buques son los verdaderos usuarios de las vías navegables.
Este podría parecer un detalle técnico menor, pero encierra tal vez una cuestión fundamental a la hora de la participación de los actores con intereses en las próximas decisiones sobre los cauces navegables, esta es, que las opiniones de aquellos con expertise en otros aspectos, no siempre alcanzan para obtener idoneidad para opinar sobre lo que se necesita para gestionar la navegación en, valga la redundancia, una vía navegable.
Estimo que los organismos públicos deberían comenzar a tomar nota y realizar un pormenorizado análisis de quién es y quién no es un usuario de una vía navegable, o por lo menos, distinguir entre los usuarios directos e indirectos de las mismas, para enfocarse en consultar a los verdaderos usuarios tratando de evitar potenciales cantos de sirenas.
(*) Capitán de Ultramar. Perito Naval en Navegación. MBA, PhD Management, PON Harvard. Ex presidente del Centro Marítimo.
Fuente: Transport & Carlo, El Cronista