Redacción GlobalPorts//

En un momento en el que la transición energética hacia fuentes renovables se ha convertido en una prioridad global, la instalación de parques solares flotantes emerge como una solución innovadora para aprovechar espacios no tradicionales.

Sin embargo, este desarrollo, que promete reducir la dependencia de los combustibles fósiles, también plantea serias preocupaciones sobre su impacto en los ecosistemas marinos y la vida oceánica.

Recientemente, países como China, India, Indonesia, Noruega, los Países Bajos y España han liderado la carrera por implementar esta tecnología, buscando maximizar la eficiencia energética en un mundo cada vez más necesitado de alternativas limpias.

Según las previsiones de Wood Mackenzie, el mercado solar flotante global alcanzará los 77 GW de capacidad instalada para 2033, con Asia a la cabeza de este crecimiento. China, por ejemplo, ya supera los 700 GW de capacidad solar, y países como India e Indonesia están siguiendo sus pasos, consolidando a Asia como un líder indiscutible en este sector emergente.

En España, el interés por los paneles solares flotantes también está creciendo. Aunque el país ha centrado gran parte de sus esfuerzos en la energía solar terrestre, la escasez de terrenos disponibles y la necesidad de diversificar las fuentes de energía renovable han llevado a explorar esta alternativa. Proyectos piloto en embalses y lagos interiores ya están en marcha, y se espera que España siga los pasos de otros países europeos en la expansión de esta tecnología. Sin embargo, la posible extensión de estos proyectos a aguas marinas abre un debate sobre sus consecuencias ambientales.

No obstante, este avance tecnológico no está exento de riesgos. Los expertos advierten que la sombra proyectada por estas estructuras podría alterar los ciclos naturales de la flora y fauna marina, afectando la fotosíntesis de las algas y, en consecuencia, la cadena alimenticia que depende de ellas. Además, la presencia de grandes estructuras metálicas y de plástico en el agua podría interferir con los patrones de migración de especies marinas, así como con la calidad del agua debido a posibles fugas de materiales o sustancias químicas utilizadas en la construcción y mantenimiento de los paneles.

En Noruega, un país tradicionalmente dependiente del petróleo y el gas, la transición hacia energías limpias ha tomado un rumbo decidido. Con una energía que ya es 99% renovable, gracias a sus imponentes recursos hídricos, Noruega también está incursionando en el diseño de plantas fotovoltaicas flotantes. Startups como Glint Solar y Ocean Sun están liderando este campo, utilizando tecnologías innovadoras como membranas hidroelásticas y software basado en inteligencia artificial para identificar los mejores lugares de instalación. Ocean Sun, por ejemplo, ha firmado un acuerdo con una empresa china para construir un piloto de 1 MWp en la provincia de Shandong, demostrando el potencial global de esta tecnología.

Por su parte, los Países Bajos están desafiando las condiciones adversas del mar con proyectos pioneros. La empresa Oceans of Energy ha ganado un contrato para instalar el primer sistema fotovoltaico flotante en alta mar, dentro del parque eólico Hollandse Kust Noord, a unos 18,5 km de la costa. Este proyecto, que estará operativo a finales de 2023, combina energía eólica y solar, junto con sistemas de almacenamiento y producción de hidrógeno, marcando un hito en la integración de tecnologías renovables.

Aunque estos avances son prometedores, es crucial preguntarse si el costo ambiental para los océanos justifica su implementación.

Los océanos ya enfrentan presiones sin precedentes debido al cambio climático, la sobrepesca y la contaminación por plásticos. Añadir más factores de estrés, como la instalación de parques solares flotantes, podría tener efectos irreversibles en estos ecosistemas vitales para el equilibrio del planeta.

Organizaciones ambientalistas han llamado a una evaluación exhaustiva de los impactos ecológicos antes de expandir este tipo de proyectos. «No podemos permitir que la urgencia por adoptar energías renovables nos lleve a ignorar los daños colaterales a los océanos», señaló un portavoz de una ONG dedicada a la conservación marina.

Mientras el mundo avanza hacia un futuro más sostenible, es fundamental recordar que la salud de los océanos es inseparable de la salud del planeta. Cualquier decisión que afecte estos ecosistemas debe tomarse con extrema precaución, asegurando que el progreso no se logre a expensas de la vida marina.

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A Buen Puerto
Febrero 2025
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