Por Ariel Armero//
La construcción del Puerto de Chancay en la costa peruana está llamado a ser un punto de inflexión para el comercio en Sudamérica, y su impacto va mucho más allá de las fronteras peruanas. Este ambicioso proyecto, que se encuentra en su fase final de ejecución, tiene el potencial de redibujar las rutas comerciales de todo el continente, incluyendo las de Argentina.
La nueva ruta interoceánica que pretende unir el Pacífico y el Atlántico, conectando Perú y Brasil a través de carreteras y ferrocarriles, ofrece una promesa atractiva: reducir tiempos, optimizar costos y abrir nuevas oportunidades económicas.
Pero como suele suceder con cualquier transformación de esta magnitud, su desarrollo genera preguntas, reflexiones y hasta cierta inquietud sobre lo que realmente significará para países como Argentina, cuyo comercio exterior y logística están profundamente ligados al flujo marítimo actual.
Un cambio en las rutas del comercio sudamericano
El Puerto de Chancay, una obra en la que se han invertido más de u$d 1.400 millones de dólares, será un nodo esencial para esta nueva red interoceánica. Desde allí, las mercancías viajarán por tierra hasta Brasil, y eventualmente llegarán al Atlántico por la región amazónica.
Para países como Brasil, Perú, Colombia y Ecuador, que directamente se verán beneficiados por la construcción de esta infraestructura, el proyecto representa un alivio y una modernización de sus sistemas logísticos. Sin embargo, para Argentina, las repercusiones de esta nueva ruta no son tan evidentes y podrían ser ambiguas.
Por un lado, la creación de una conexión más rápida y eficiente entre los dos océanos ofrece a Argentina la posibilidad de integrarse a esta nueva dinámica. El acceso a una ruta que optimiza el transporte hacia Asia podría abrir nuevas puertas para las exportaciones argentinas, especialmente en sectores clave como el agrícola, que podrían aprovechar tiempos de entrega más cortos para llegar a los mercados asiáticos.
La competencia global está marcada por la rapidez y la eficiencia, y cualquier mejora en estos aspectos puede ser vista como un incentivo para que los productos argentinos ganen protagonismo en mercados internacionales.
¿Una amenaza para los puertos argentinos?
No obstante, el otro lado de la moneda es menos optimista. Argentina, históricamente un punto clave en el comercio Atlántico-Pacífico, podría ver cómo parte de su tráfico portuario se desvía hacia el norte, favoreciendo las rutas que conectan Chancay con Manaos.
¿Podría esta nueva ruta amenazar la importancia de los puertos argentinos en el comercio sudamericano? Es una pregunta que, aunque aún prematura, debería invitar a la reflexión.
Con la implementación de esta conexión interoceánica, Argentina podría verse ante una competencia más feroz, obligando a los actores logísticos del país a replantear estrategias y buscar nuevas formas de mantenerse competitivos. Esta es una situación que requiere una mirada visionaria. Más allá de percibir la nueva infraestructura como una amenaza, podría ser un catalizador para que Argentina redoble sus esfuerzos en mejorar y modernizar su propia red logística, optimizando no solo sus puertos, sino también las rutas terrestres y ferroviarias.
El rol de Argentina en el nuevo comercio sudamericano
En este contexto, Argentina no puede permanecer pasiva. Si bien la creación de esta ruta podría, en teoría, desviar una porción del tráfico que hoy en día fluye por sus puertos, el país tiene la capacidad y los recursos para beneficiarse de este cambio.
La clave estará en cómo el gobierno y las empresas privadas logren adaptar sus infraestructuras y servicios a este nuevo escenario. Potenciar las conexiones regionales, fortalecer el vínculo con Brasil y otros socios comerciales, y mejorar las rutas logísticas internas pueden ser estrategias fundamentales para asegurar que Argentina mantenga su relevancia en el comercio interoceánico.
No es la primera vez que Sudamérica se enfrenta a una transformación logística de esta magnitud, y Argentina, con su vasta experiencia en comercio exterior, tiene las herramientas para posicionarse favorablemente en este nuevo escenario. Si algo ha demostrado la historia del comercio internacional es que los cambios de infraestructura suelen traer consigo no solo desafíos, sino también oportunidades inesperadas.
La pregunta, entonces, no es si el Puerto de Chancay afectará a Argentina, sino cómo Argentina puede aprovechar el Puerto de Chancay para proyectarse hacia el futuro.
Una reflexión final
Al final del día, el éxito de Argentina en este nuevo panorama no dependerá únicamente de las decisiones que se tomen en Lima o Brasilia, sino de la capacidad de adaptación y visión que se impulse desde Buenos Aires. La interconexión entre el Pacífico y el Atlántico, si bien podría desplazar algunas rutas tradicionales, también tiene el potencial de abrir nuevas avenidas de comercio para quienes estén dispuestos a aprovecharlas.
Con este megaproyecto avanzando rápidamente, el tiempo para planificar y adaptarse es ahora. Y para Argentina, lo que está en juego es mucho más que un cambio de rutas comerciales: es una oportunidad para liderar la nueva fase del comercio sudamericano y global.