Por Ariel Armero, Globalports

En un movimiento que redefine el panorama portuario argentino, Iñaki Arreseygor ha presentado su renuncia como Subsecretario de Puertos y Vías Navegables de la Nación para asumir el liderazgo de la recién creada Agencia Nacional de Puertos y Navegación (ANPYN).

Este organismo reemplazará tanto a la Administración General de Puertos (AGP) como a la Subsecretaría de Puertos, consolidando bajo una sola estructura las principales decisiones estratégicas en materia portuaria y de vías navegables.

El nombramiento de Arreseygor, uno de los funcionarios más cercanos al Ministro de Economía, Luis Caputo, marca un cambio en la concentración del poder en el sector portuario, que no se había visto desde la década de los ‘90. En aquel entonces, un sindicalista del ámbito portuario, Jesús González, muy cercano al entonces presidente Carlos Menen, tuvo a su cargo la Administración General de Puertos (AGP) y la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables al mismo tiempo, aunque no unificadas como lo será ahora.

Con esta nueva posición, tendrá a su cargo decisiones clave, como la gestión del puerto de Buenos Aires, el más importante del país, y la tan esperada licitación de la Vía Navegable Troncal, prevista para febrero próximo. Este último proyecto, valuado en al menos 12 mil millones de dólares para los próximos 30 años, representa uno de los desafíos logísticos y comerciales más significativos de la región.

Un desafío bajo escrutinio público

A pesar de la relevancia de estas decisiones, Arreseygor enfrenta un panorama cargado de críticas. El proceso licitatorio ha sido señalado por falta de transparencia, al punto que incluso el diario La Nación publicó recientemente una editorial cuestionando severamente los procedimientos adoptados desde noviembre pasado.

Las voces críticas no se limitan al ámbito mediático; sectores empresariales, sindicatos y organizaciones civiles también han expresado preocupaciones sobre los criterios y plazos establecidos.

¿Un nuevo modelo de gestión?

El desafío para la nueva ANPYN y su líder no es menor: demostrar que esta centralización administrativa puede traducirse en una gestión más eficiente, transparente y alineada con las necesidades del comercio internacional y del desarrollo logístico del país. Algunos analistas sugieren que este podría ser el momento para establecer un nuevo paradigma, integrando innovación tecnológica y estándares internacionales en la administración portuaria y de las vías navegables.

Sin embargo, el camino no será sencillo. La próxima apertura de sobres en la licitación de la Vía Navegable Troncal será una prueba de fuego para el organismo, que deberá equilibrar intereses económicos, políticos y sociales, mientras enfrenta el desafío de construir confianza en un sector vital para la economía argentina.

En este contexto, la ANPYN y Arreseygor tendrán que demostrar que no se trata solo de un cambio de nombres, sino de una oportunidad para fortalecer el sistema portuario y de navegación del país, en beneficio de todos los actores involucrados.