La crisis del transporte marítimo internacional ha desencadenado una serie de desafíos sin precedentes para el comercio global, afectando de manera crítica a las economías de América Latina.

Países como Argentina y México enfrentan serios obstáculos debido a la falta de contenedores, el incremento desmedido de los costos de fletes y la congestión en puertos clave, lo que ha puesto en jaque a sus exportadores y desestabilizado las cadenas de suministro. Este panorama, comparable al vivido durante la pandemia de COVID-19, plantea la necesidad urgente de medidas paliativas y estrategias de adaptación para mitigar su impacto.


Argentina: Extensión de plazos para exportadores como medida paliativa

Ante la compleja situación, el gobierno argentino ha implementado medidas para mitigar los efectos sobre los exportadores. La Resolución 68/2024 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca extiende en 120 días los plazos para las Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE).

Este alivio temporal busca contrarrestar las dificultades derivadas de omisiones de escalas de buques y falta de espacios en contenedores. Sin embargo, el impacto de los elevados costos de fletes y la congestión en puertos como Buenos Aires, Zárate y Rosario sigue siendo un desafío considerable.

Según datos recientes, los niveles de carga containerizada en el primer semestre de 2024 fueron menos del 50% del promedio histórico, lo que refleja la gravedad de la crisis logística para los exportadores argentinos.

Factores globales que alimentan la crisis

La crisis del transporte marítimo no es un fenómeno aislado, sino el resultado de factores globales interrelacionados:

  1. Tensiones geopolíticas internacionales: El conflicto entre Rusia y Ucrania ha alterado rutas clave, causando retrasos y omisiones de escalas en puertos estratégicos de Argentina.
  2. Escasez global de contenedores: La falta de contenedores vacíos, agudizada por una recuperación económica desigual, ha incrementado los costos de transporte.
  3. Aumento en las tarifas de fletes: Las tarifas se han disparado hasta en un 300% desde niveles prepandemia, afectando la competitividad de los exportadores.
  4. Congestión en puertos internacionales: Grandes puertos en Asia y Estados Unidos enfrentan congestión severa, lo que limita las opciones de embarque para países latinoamericanos.
  5. Secuelas logísticas post-pandemia: La infraestructura global aún no se ha ajustado completamente a la recuperación de la demanda, lo que genera persistentes cuellos de botella.

Argentina y México en el centro de la tormenta

En México, las tarifas de fletes han aumentado hasta un 400% en rutas hacia Europa y Asia, dificultando la viabilidad de sectores clave como el automotriz y agroalimentario. Puertos como Manzanillo y Veracruz también enfrentan problemas de congestión, exacerbando los desafíos para los exportadores.

En tanto, en Argentina, sectores agrícolas como los granos y aceites enfrentan serias dificultades para cumplir con sus compromisos contractuales debido a las demoras en los embarques y la falta de espacios en buques.

La región enfrenta el reto de adaptarse a esta nueva realidad mediante soluciones estratégicas:

  • Inversión en infraestructura portuaria: Mejorar la capacidad operativa de los puertos es crucial para enfrentar la creciente demanda global.
  • Promoción del transporte multimodal: Combinar transporte marítimo, ferroviario y terrestre puede aliviar la presión sobre los puertos y optimizar los costos.
  • Digitalización de procesos logísticos: Tecnologías de trazabilidad y automatización pueden incrementar la eficiencia y la capacidad de respuesta ante futuras crisis.


A medida que América Latina busca soluciones a esta compleja crisis, la clave radicará en fortalecer su resiliencia logística y en desarrollar estrategias sostenibles para garantizar su competitividad en el comercio internacional.

Fuente: TLW / AAICI