El presidente de FAIM subrayó la necesidad de combatir a la informalidad dentro de la actividad, como también aumentar las exportaciones, ya que hoy la capacidad instalada de producción alcanza para “abastecer a dos Argentinas”.
Por Juan Manuel Colombo*
El presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Diego Cifarelli, sostuvo este sábado que la industria harinera tiene “sus bases sanas” y que existe un “grado de endeudamiento bajo” dentro del sector, aunque remarcó que “el negocio está complicado” y que es necesario combatir la informalidad y aumentar las exportaciones.
En una entrevista con Télam, el dirigente empresario subrayó la necesidad de combatir a la informalidad dentro de la actividad, como también aumentar las exportaciones, ya que hoy la capacidad instalada de producción, según señaló Cifarelli, alcanza para “abastecer a dos Argentinas”.
A continuación, los principales tramos de la entrevista.
– Télam: Tras la presentación del concurso preventivo de acreedores por parte de Molinos Cañuelas, ¿cómo está el sector?
– Diego Cifarelli: Lo de Cañuelas lo tomamos como un tema puntual y, dentro de él, como una situación puntual dentro de la empresa, donde converge una situación de estructura financiera con un club de bancos que se remonta a hace tres años. Cuando surgió ese problema la empresa continuó trabajando durante ese tiempo con capital propio y con sus accionistas y cuando esta situación se da, la empresa no tiene otra alternativa que presentar el concurso, porque tiene que priorizar el trabajo de 3.500 personas y la continuidad de la compañía. Estaba todo encapsulado y un par de instituciones financieras decidieron salir del acuerdo para cobrar espontáneamente su deuda y eso es complejo. Pero la empresa tiene todo al día la parte de proveedores y con sus empleados también.
– T: Entonces no es una situación común en el sector…
– DC: El sector está en su grado de endeudamiento más bajo con las entidades de créditos debido a que el costo de este es difícil de tomar. El sector está sano, lo que no significa que el negocio sea rentable. Tiene sus bases sanas, pero el negocio está complicado. Estamos tratando de salir con la fuerza de dos situaciones muy claras, como es el combate a la marginalidad y el otro el crecimiento de las exportaciones. El primero es para establecer reglas de juego claras entre todos los competidores, ya que en productos de tan poca diferenciación, como la harina, la evasión de impuestos es determinante para inclinar la balanza a favor del que no los paga. En el punto dos, es necesario internacionalizar a todo el sector. Solamente con la internacionalización de las empresas se va a poder dar cuenta del exceso de capacidad instalada que tenemos. Hoy podríamos abastecer a más de dos Argentinas, porque nos sobra 15 días al mes para producir y eso solamente se ocupa generando mercados.
– T: ¿Cómo ve la campaña que se avecina?
– DC: Este año ha sido bastante tranquilo. Por momentos se tensó el mercado y, en este momento, hay una pequeña tensión que creemos que se va a relajar a posteriori de las elecciones. Pero ha sido tranquilo. Si se hace un análisis, la harina pura fue el producto que menos aumentó año contra año. Eso demuestra que ha sido un año de poca volatilidad y que la estrategia utilizada ha sido bastante lógica por parte de los molinos. Estamos a la víspera de una campaña muy buena, que si acompaña el clima, podríamos tener una producción de 20 millones de toneladas de trigo o más, donde creemos que el productor va a tener un buen precio por su producto. La entrega en diciembre ya cotiza a US$ 240 la tonelada, un precio histórico para la Argentina. Vamos a ver exportadores con un gran volumen para despachar y donde esperemos que la molinería, siempre asegurando la alimentación de la sociedad, pueda tener una posibilidad de expandir sus fronteras de comercialización al mundo. Eso es fundamental para encontrar el equilibrio en el sector. Si no lo encontramos en la comercialización, va a estar bastante complicado por la cantidad de empresas que fabrican harina.
– T: ¿Y ese equilibrio lo tiene que buscar la cadena?
– DC: Le hemos pedido al Estado que no intervenga en nuestra cadena, que tenemos el nivel suficiente de madurez e inteligencia para que brille cada uno de los eslabones. Por momentos, algunos no brillan como uno quisiera, pero le hemos pedido al Estado dentro de la mesa de trigo en el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) que nos permita el diálogo -y así ha sido-, para encontrar las soluciones en nuestra cadena.
– T: Respecto al CAA, del cual FAIM es parte, confían en que se mande en los próximos meses el proyecto de ley con incentivos para la agroindustria?
– DC: Es importantísimo para el país la externalización de toda la agroindustria. En su fortaleza está el futuro del país, más allá de que hay otros sectores fuertes. Fue el sostén de los últimos años y con muy poco puede triplicar la cantidad divisas que ingresa y los puestos genuinos de trabajo por la exportación. Por eso creemos que el proyecto es un elemento motivador que prioriza las economías regionales y a las empresas de alimentos.
Estamos convencidos de que más allá de la discusión de puntuales artículos, el proyecto va a ver la luz en el Congreso, porque es el que marca el rumbo del país y estamos convencidos de que el Gobierno ve en la agroindustria una luz importante para el futuro. Fuente: Telám
El dirigente empresario subrayó la necesidad de combatir a la informalidad dentro de la actividad, como también aumentar las exportaciones.
– T: ¿Y cómo se alcanza el equilibro?
– DC: El equilibrio es que se exporte hasta el último grano posible, en un equilibrio de atención del consumo interno. Que este último esté abastecido y se exporte ese grano para tener las divisas.