Un nuevo informe de la Organización Mundial de Meteorología, organismo adscrito a las Naciones Unidas, advierte que las sequías se han vuelto más duraderas y calcula que para mediados de siglo podría haber 5.000 millones de personas con problemas para acceder al agua.
La crisis del agua es “inminente”. La escasez de este recurso ya es un problema real en algunas regiones del mundo y el acceso universal estará lejos de ser garantizado en las próximas décadas, tal y como advierte la ONU en un informe publicado este martes a través de la Organización Mundial de Meteorología (WMO, por sus siglas en inglés), en el que se estima que en los próximos treinta años podría haber más de 5.000 millones de personas con algún tipo de dificultad para acceder plenamente a este bien esencial.
El problema, no obstante, ya es real y en el presente hay cerca de 3.600 millones de personas que padecen las consecuencias de la escasez durante al menos un mes al año. La crisis climática ha intensificado las sequías y el almacenamiento de agua terrestre –acuíferos, humedales, glaciares y nieve– disponible para beber o regar cultivos ha disminuido una media de un centímetro al año en las últimas dos décadas. Si bien, la mayor pérdida de masas de agua se concentran en territorios poco poblados como las regiones de la Antártida o Groenlandia –donde se registran descensos de hasta 4 cm anuales–, existen otras zonas de riesgo con alta densidad poblacional –como los países del entorno mediterráneo, el Sahel, el sur de África o el este del continente sudamericano, así como la India y otros países del sur de Asia– donde las masas de agua no estarán garantizadas a medio plazo para toda la población.
Las sequías, advierte la publicación, se han vuelto más recurrentes e intensas, en tanto que su duración media es ya un 29% más larga que a comienzos de siglo. Un escenario que está agrandando el mapa de regiones con probabilidades altas de padecer estrés hídrico, es decir, con una demanda de agua superior a la disponibilidad tanto para consumo como para producción agropecuaria.
Los países, lejos de encaminarse hacia la resolución del conflicto, se mantienen estancados en la toma de decisiones, tal y como denuncia el organismo de la ONU. Así, sólo 28 naciones han alcanzado los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la adaptación a la escasez hídrica. Otros seis Estados han conseguido mantener la inversión pública en unos mínimos básicos para paliar los efectos de la crisis climática en el acceso al agua, pero 57 países –de un total de 101 analizados– dedican una cantidad de dinero que la WMO considera “insuficiente” para garantizar la disponibilidad plena y segura tanto para el consumo, como para la agricultura y la higiene.
La situación, no obstante, podría ser aún peor, pues hay un vacío de información en los datos hidrológicos del 67% de los países miembros de la WMO. Esto se traduce en una incapacidad de la mayoría de los servicios meteorológicos nacionales de anticiparse a etapas de sequía, pero también de poder prevenir otros fenómenos climáticos vinculados al agua como las lluvias torrenciales o las inundaciones.
La escasez del agua ya está dejando consecuencias irreversibles en el planeta. Así, los expertos de la ONU advierten de que en los últimos cincuenta años (1970-2019) las sequías han provocado la muerte de 700.721 personas en todo el mundo, la mayoría de ellas (695.081) en el continente africano. Le siguen Asia, con 4.129 personas que perdieron la vida al no tener acceso al agua potable; y los países del Pacífico Sudoccidental, que contabiliza 1.432 defunciones en ese mismo periodo de tiempo. Se constata, además, una desigualdad en la distribución de la letalidad que se intensificará en los próximos años si no se toman medidas, según la publicación. Una desigualdad que dejará a las naciones más empobrecidas en una situación de mayor vulnerabilidad pero que también generará mayores adversidades en las mujeres debido a la brecha de genero del mundo agrícola, tal como ha advertido en el pasado la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Pero las sequías no sólo se llevan por delante vidas. Los daños económicos son tan importantes que suman, en las últimas seis décadas, 262.000 millones de dólares en pérdidas. Asia es el continente del mundo donde la falta de agua ha generado mayores daños, sobre todo por la dependencia agraria de esta región, con daños cuantificados en 77.000 millones de dólares. Le siguen los países de Centroamérica y el Caribe, con una merma económica de 73.000 millones de dólares; el continente europeo, donde los periodos de sequía han dejado un coste económico de 48.000 millones de dólares; y Sudamérica, que suma 28.000 millones.
La publicación advierte que las consecuencias de la crisis del agua en la que la humanidad ya parece haberse sumergido no están ligadas únicamente a las sequías, pues también se pone de relieve cómo la intensificación de fenómenos extremos puede desestabilizar vidas y economías nacionales. Se pone el foco así sobre las inundaciones que, a escala global, han experimentado un un aumento del 134% desde el año 2000 respecto al periodo 1980-1999. En las últimas décadas se han perdido 322.514 vidas en este tipo de catástrofes y los daños materiales están valorados en más de un billón de dólares. Fuente: Público