El portaviones “Foch”, antiguo buque insignia de la Armada francesa que se convirtió en el “Sao Paulo” en el 2000 al pasar a manos de Brasil, deambula en el mar en busca de un puerto de refugio, bajo riesgo de acabar en el fondo del océano.
La Armada brasileña anunció el viernes pasado que está amarrando su viejo casco, lleno de amianto, pintura y otros desechos tóxicos, en un punto del océano Atlántico a 315 kilómetros de la costa brasileña, para evitar que el buque vaya a la deriva.
En un comunicado de prensa, aclaró que, dado su estado de degradación y “el alto riesgo” que representa para el medio ambiente, no autorizará su regreso a un puerto ni a aguas territoriales brasileñas.
El antiguo portaviones, durante 37 años al servicio de la Armada francesa, fue llevado hasta ahí por un remolcador neerlandés, contratado por el astillero turco Sok Denizcilik, quien en abril de 2021 compró el “Sao Paulo” para desguazarlo. Pero ante la falta de un puerto que lo acogiera, la empresa turca amenazó con abandonarlo a su suerte.
Organizaciones de defensa del medio ambiente advierten sobre el riesgo de que el viejo barco, construido a finales de los años 50 en Saint-Nazaire, en el oeste de Francia, termine su vida en el fondo del océano. Temen, en particular, una “operación de hundimiento” por parte de las autoridades brasileñas.
La Marina de Brasil “está lista para llevar a cabo un gran crimen ambiental en el mar”, advierte Jim Puckett, director de Basel Action Network (BAN), diciendo en un comunicado que teme que “hunda” el casco “usando una excusa falsa”.
Paquete tóxico
“Es preocupante tener un paquete tóxico de 30.000 toneladas en el mar, cuyo destinatario desconocemos”, advierte la asociación Robin des Bois. Las organizaciones ecologistas hacen un llamado para resolver este problema al nuevo presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, en el poder desde el 1 de enero, quien prometió luchar por la defensa del medio ambiente.
La antigua gloria de la Marina francesa, capaz de catapultar aviones de 12 a 15 toneladas a una velocidad de despegue de 278 kilómetros por hora, había sido adquirida por Brasil en 2000.
Pero, debido a su obsolescencia y a una serie de problemas vinculados a un incendio a bordo que ocurrió en 2005, el país había decidido deshacerse de él.
En junio de 2022, el astillero Sok Denizcilik obtuvo la autorización de las autoridades brasileñas para transportarlo a Turquía para su desguace. Pero, cuando estaba a la altura del estrecho de Gibraltar, a finales de agosto, las autoridades ambientales turcas comunicaron que ya no era bienvenido.
Fuente: AFP / France24